El camino a la paz en Colombia no se detiene



El histórico proceso de paz que vive Colombia, que ahora entra en una nueva etapa de negociaciones, es fundamental para toda la región y no solo para nuestro querido vecino del Norte.

El Premio Nobel de la Paz, otorgado al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, no es más que un reconocimiento a todo el pueblo colombiano, al esfuerzo por buscar la tan anhelada paz tras el largo conflicto que ha vivido este país hermano, pero sobretodo a todas las víctimas y un homenaje a todo el sufrimiento que han pasado para poder tener una luz de esperanza al final de este proceso.

La paz definitiva que tanto esperamos anunciará nuevas perspectivas sociales y económicas para Colombia, pero además ratifica la vocación pacífica y democrática de nuestro continente, un patrimonio de soberanía regional que debemos preservar como el más grande tesoro.

El domingo 2 de octubre se sometieron los acuerdos alcanzados a una consulta popular y, aunque el resultado no fue el que muchos esperábamos, se trata de un hecho histórico para Colombia, porque por primera vez los ciudadanos se acercaron a las urnas para votar por un acuerdo de paz que había sido negociado durante 4 años entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.

Asistí en calidad de observadora internacional a dichas elecciones, estuve en varias localidades y la esperanza por el SÍ era muy grande, especialmente en el campo. Por eso, fue inmensa la tristeza cuando ganó el NO, tras una campaña en la que reinaron la desinformación y la manipulación, y en la que se intentó, desde ciertos actores políticos, que el miedo prevaleciera.

El 62% de ausentismo que se registró en esta votación -a mi juicio, la más importante de los últimos cincuenta años para este país- nos habla, también, de una falta de confianza en la institucionalidad democrática que debe convocar a todos los actores políticos que creen en la soberanía popular a plantearse mecanismos idóneos a fin de ampliar las bases de la democracia. ¡No puede ser que decisiones tan fundamentales y trascendentes para el futuro de Colombia no cuenten con una participación de la ciudadanía más elevada y comprometida!

Pero no se trata de una derrota de la paz, sino de un nuevo tramo en su construcción. Sabemos que el diálogo es el único camino, tenemos fe en que pronto el sufrido pueblo colombiano acudirá a expresar un SÍ rotundo a nuevos acuerdos y consensos que permitirán caminar con paso firme hacia una paz que traiga de la mano no solamente el cese al fuego, que es el primer paso, sino la construcción social de un país más justo y equitativo, de una Colombia más humana.
En el continente hemos superado en otras décadas conflictos armados que devastaron países como El Salvador y Guatemala. Podemos hacerlo, sabemos que estos procesos no son fáciles ni deben ser apresurados, y que cada etapa ratifica la voluntad de las partes y del pueblo para conseguir ese sueño colectivo.

A los queridos compatriotas de la Patria Grande, a los hermanos colombianos, un llamado a seguir empujando esta esperanza, a seguir plenamente involucrados en este proceso, plenamente comprometidos, para que el próximo referéndum alcance los niveles más altos de participación en Colombia y en todas sus embajadas y consulados alrededor del mundo.

¡Que viva Colombia! ¡Que viva la paz!
¡Que viva la Patria Grande pacífica, soberana y democrática!