8 de marzo, día internacional de la mujer



Este sábado conmemoraremos el Día Internacional de la Mujer, fecha emblemática en la lucha por los derechos de las trabajadoras a nivel mundial y producto del esfuerzo de miles de mujeres que desde las fábricas, los talleres, las universidades, las organizaciones y las instituciones públicas, han peleado por mayor igualdad, equidad y un desarrollo pleno no solamente del género, sino de la humanidad entera.

Fue a inicios del siglo XX, en 1910 para ser exactos, después de una serie de acontecimientos en los que miles de mujeres de los países industrializados salieron a las calles para exigir mejoras en sus condiciones de vida, que se declara, durante el segundo Encuentro Internacional de Mujeres Trabajadoras celebrado en Dinamarca, el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

Es importante recordar la historia de esta fecha, para redescubrir su verdadero carácter. Tenemos que recordar que fueron las mujeres trabajadoras organizadas quienes resolvieron conmemorar esta fecha, no con una visión sectorial solamente, sino integral. Eran mujeres que luchaban por sus derechos, pero luchaban también por el socialismo como un modelo de vida.

La propuesta inicial de que el 8 de marzo fuera declarado día internacional de la mujer trabajadora provino de Clara Zetkin, dirigente del Partido Comunista Alemán y defensora de las ideas socialistas como lo somos muchas de nosotras en este lugar. De hecho, el nombre oficial de la reunión de Dinamarca fue el Encuentro Internacional de Mujeres Socialistas. Es decir, la historia nos enseña que la nuestra es una lucha por mayores derechos de las mujeres, pero también que se trata, sobre todo, de una lucha por el cambio de las estructuras de poder en su conjunto.

La lucha de las mujeres no es, compañeras y compañeros, una lucha particular y aislada del todo de la sociedad. Si bien se ha invisibilizado el papel de la mujer en las conquistas sociales por mucho tiempo -cosa que ahora estamos corrigiendo en este país-, nosotras siempre estuvimos ahí, caminando codo a codo con todos los sectores.

Sería un grave error no contar con una visión amplia e histórica de lo que defendemos y de lo que ahora tenemos.

La lucha de las mujeres en Ecuador y en América Latina

Estamos viviendo momentos de cambio en toda la región, en donde las mujeres hemos tomado un papel central de las conquistas sociales y donde estamos formando parte de la toma de decisiones. En Brasil, Argentina, Chile, Bolivia y alrededor de todo el continente, las mujeres estamos siendo representadas en los distintos poderes del Estado, avance sin duda significativo para toda Nuestra América.

En este país, las leyes que elaboramos nos benefician cada vez más y las políticas públicas se han ido enriqueciendo para que el sector femenino de la población cuente con más derechos. Los avances son innegables, pero falta camino por andar.

Y en este camino tenemos que recordar nuestra historia, saber de dónde venimos para definir con firmeza hacia dónde vamos. No podemos suponer que somos las primeras ni que seremos las últimas en estos espacios, ni que en nosotras inicia y termina la lucha política en Ecuador y América Latina.

En días como este, en donde conmemoramos la lucha de miles de mujeres, tenemos que traer a nuestra memoria a gigantes de nuestro país, como Manuela Sáenz, Manuela Cañizares, Manuela Espejo, Nela Martínez, Dolores Cacuango o Tránsito Amaguaña, por mencionar sólo algunas, pero sobre todo, debemos recordar a esas miles de mujeres anónimas que día a día trabajan, desde distintos espacios, por construir una Patria justa e igualitaria.

El reconocimiento en la vida cotidiana

Sin embargo, no logramos nada conmemorando el día internacional de la mujer si es que solo lo hacemos este día o este mes, sin duda emblemático. Necesitamos ir más allá, a la praxis cotidiana, y sabernos merecedoras, en todo tiempo, de reconocimiento y valía, porque entregamos día a día nuestro esfuerzo para el logro de una sociedad distinta.

Es en la cotidianidad donde se expresa la revolución, donde se demuestra la conciencia. Es en nuestro modo de ser, de trabajar, de pensar y de imaginar, donde reivindicamos verdaderamente las causas que defendemos en lo público, es ahí donde tenemos que llevar el reconocimiento de la mujer. Esa fue, por ejemplo, una de las grandes lecciones de Nela Martínez

Pero así como es un momento de reconocimiento y de llevar a cabo un ejercicio de memoria histórica, también es un tiempo donde debemos aumentar las exigencias hacia nosotras como parte fundamental de la construcción de los procesos de cambio en la región.

Nuevos tiempos, nuevos retos

Los nuevos tiempos nos exigen mayor entereza para enfrentar los retos que cada día se hacen más grandes y más complejos, pero a la vez, más satisfactorios si es que se logran los objetivos planteados.

A la vez que denunciamos las relaciones de dominación, debemos estar alertas y capacitadas para dar respuestas concretas a las demandas de la población, sobre todo aquellas mujeres que en estos momentos ocupamos cargos de elección popular.

A la vez que hacemos observaciones sobre la realidad nacional, tenemos que estar dispuestas a brindar propuestas y soluciones técnica y políticamente viables para dar solución a lo que falta por hacer.

Tenemos que seguir estando a la altura de lo que este momento histórico nos requiere, cada una desde sus trincheras. Asumiendo la responsabilidad de lo que nos ha sido dado. Debemos de convertir nuestra ocupación diaria en una dedicación entera para cambiar no solamente las formas de vida, sino de pensamiento.

El arte como actividad emancipatoria

Desde la política, la ciencia o el arte, hemos de seguir aportando al cambio definitivo e irreversible que anhelamos. Y es hoy desde esta última esfera, el arte, desde donde las compañeras del colectivo «Desde la Mirada», nos incitan a seguir pensando y actuando para terminar de una vez por todas con aquellas viejas representaciones de la mujer.

Desde la diversidad de las culturas de más de 100 países, la muestra trae aquí, a la Asamblea Nacional, obras que nos permiten hacer una reflexión profunda sobre la sociedad y sobre nosotras mismas.

El arte es el sueño de la sociedad humana, es un lugar donde se re-significan las formas y sus símbolos para transformar a su vez la realidad. De allí su carácter revolucionario y su papel trascendental en los procesos de cambio a lo largo de la historia.

«Libertad», muestra que hoy presentamos, es producto del trabajo en conjunto, y es, sobre todo, una experiencia estética y política que nos convoca a reforzar la lucha cotidiana que tenemos todas y todos con la búsqueda de una nueva sociedad, en donde quede abolida para siempre cualquier forma de exclusión.

Me alegra que podamos dar inicio a la serie de actividades en conmemoración del día internacional de la mujer en este salón; porque una vez más lo estamos re significando. Antes era el espacio donde las oligarquías y los intereses de grupo planeaban cómo seguir dominando al pueblo, hoy es un espacio para la liberación y lo seguirá siendo mientras la Revolución Ciudadana continúe siendo el proyecto de nación de las y los ecuatorianos.

Compañeras y compañeros, pero sobre todo compañeras, sigamos adelante con firmeza, trabajando día con día en esta y mil iniciativas más, que nos permitan llegar como mujeres y sociedad a esa utopía que Gioconda Belli, escritora nicaragüense y convencida, en su novela «El país de las mujeres», llamó «felicismo», es decir, el régimen de la felicidad sobre todas las cosas.

Luchemos por eso, sabiendo que la vida está llena de futuro para nosotras y para nuestros pueblos.