Diálogo, empleo y dignidad



Diálogo, empleo y dignidad

Hace pocos días la Asamblea Nacional recibió por parte del Ejecutivo, de carácter económico urgente, el proyecto de Ley Orgánica para la Optimización de la Jornada Laboral y el Seguro de Desempleo, mismo que fue enviado a la Comisión de los Derechos de los Trabajadores.

Ese mismo día decidí levantar el receso legislativo y dar inicio al debate alrededor de una medida cuyo único fin debe ser el de proteger el empleo de las y los ecuatorianos. Las coyunturas geopolíticas, sumadas a la dramática caída del precio del petróleo y la apreciación del dólar, desaceleraron agresivamente la economía de nuestro país y nos han obligado a adaptarnos, de forma temporal, a condiciones adversas.

Los afanes electorales de algunos y el nombre del proyecto que, quizá no sea el más adecuado, han dado lugar a perspicacias, especialmente en los sectores de la oposición, que sugieren desde ya –sin la discusión en la Asamblea- retrocesos en los derechos de los trabajadores. Y aunque lejos de ser medidas ideales –entendiendo las condiciones económicas externas y sus efectos en el país-, sí deben ser discutidas exhaustivamente, sin perder la urgencia. Toda norma es perfectible, y cualquier vacío o inconsistencia debe ser solventada o señalada por la Comisión. Su responsabilidad es garantizar que el trabajo en Ecuador continúe siendo sinónimo de justicia y equidad, y que, bajo ningún concepto, exista afectación para las y los trabajadores. Esta es la base para retomar el proceso de crecimiento económico y desarrollo de nuestro país.

Por eso, decidí también hacer un llamado inmediato a la participación activa de sindicatos, gremios, empresarios, estudiantes y ciudadanos en general, en la construcción de la normativa, que no pasa únicamente por la decisión política de la Asamblea Nacional de proteger el sustento de los ecuatorianos, ni por la voluntad de los trabajadores para dialogar, sino también por el compromiso y la contribución del sector privado. No es momento de discursos anacrónicos y politiqueros, sino de actuaciones coherentes y, al mismo tiempo, prácticas.

Pese a que el Ecuador tiene el menor índice de desempleo de América Latina, las múltiples causas que pueden arrebatarnos esta conquista, merecen soluciones profundas e inmediatas. No será la primera ni la última vez que desde el Legislativo debatamos medidas para combatirlo. Esperamos contar con el debate responsable de los empresarios, ¡y a la altura de los trabajadores ecuatorianos que tanto han hecho por nuestro país!