Enciérrese si quiere Sr. Trump



México lindo y querido ratificó el orgullo de ser latinoamericano cuando Peña Nieto, quien no por esto se convierte en sujeto activo de la integración, se negó a una entrevista que a claras luces se planteaba como un chantaje geopolítico. Advertencias acerca de pagos que serán requisados extrajudicialmente para cubrir los costos del muro y frases alusivas al juego de la guerra develan el espíritu conminatorio que el Presidente de EEUU quiere para la región y muy especialmente para sus vecinos más cercanos. No asistir a una cita de esta naturaleza demuestra que a pesar de todo el neocolonialismo, ya Latinoamérica no somete sus soberanías a la indignidad de los mandatos del norte, como hace apenas unas décadas.

Mientras desde la Casa Blanca se plantea un muro físico, lingüístico y simbólico que discrimina por origen a nuestros compatriotas, en Latinoamérica hemos aprendido en estos años a tender puentes, caminos de acercamiento y plataformas comunes como son la  UNASUR, la CELAC y también el MERCOSUR, como una respuesta política para unir voces de dignidad y acciones en defensa de nuestros ciudadanos migrantes.

Sin embargo, la existencia de las plataformas no es suficiente si no asumimos una postura regional conjunta frente a la nueva circunstancia continental y global que la nueva política exterior de EEUU nos plantea. La última cumbre de la CELAC y la ausencia de varios jefes de Estado nos demuestra que los recientes cambios políticos en gobiernos de la región han comenzado a incidir entre los ideales de integración latinoamericana.

Entre los primerísimos actos del gobierno de Trump, se definió su postura hacia Cuba con el aliento helado de la guerra fría; se declaró vigente una vergonzosa carta de la inefable OEA (que así como arremetió contra Cuba ahora lo hace contra Venezuela); se pretende someter la voluntad del Estado mexicano para obligarlo a pagar un muro extranjero, y seguramente mientras escribo estas líneas nuevas medidas anti latinoamericanas se estarán implementando.

Hace pocos días en la V Cumbre de Jefes y Jefas de Estado, nos ratificamos en el compromiso de “seguir avanzando en la Unidad dentro de la Diversidad y en la integración latinoamericana y caribeña, en beneficio de nuestra región y por el bienestar de nuestros pueblos” y declaramos a la CELAC como “el mecanismo de concertación, unidad y diálogo político de la totalidad de la América Latina y el Caribe”, como un espacio sin exclusiones como las que establece la OEA, y con todo el poder de esa unidad de sangre, historia y esperanzas, exigimos como región “respeto a la soberanía, la integridad territorial y la no injerencia en los asuntos internos de los Estados, el diálogo entre las naciones, la solución pacífica de controversias y la prohibición de la amenaza o uso de la fuerza”.

En estas semanas sin duda nuestras democracias estarán a prueba, para demostrar de manera contundente que hoy somos pueblos distintos, plenos de soberanía y con la conciencia política de que tenemos un nuevo y trascendental papel geopolítico que cumplir.

Ante la voz mortífera de quienes pretenden regresar a una escalada nuclear, ya la CELAC ha ratificado a nuestro sagrado territorio latinoamericano como un espacio libre de armas nucleares, y ojalá pronto libre también de bases militares extrarregionales, incluyendo la de Guantánamo.

Ante el planteamiento de la tortura, debemos de manera inmediata en la región ratificar los Derechos Humanos y el Pacto de San José, para que ningún país que no ratifique de manera plena ambos instrumentos pueda pertenecer a cortes regionales.

Las declaraciones que el nuevo mandatario ha hecho sobre aspectos de género, interculturalidad y movilidad humana, dejan muy en claro que las políticas regionales que nos hemos planteado distan mucho de la visión que nos define como “objetos estéticos”, o “morenitos”, en el mejor de los casos, y como “violadores y delincuentes”, la mayoría de las veces. Desde nuestros países hemos defendido los derechos de la naturaleza, que en Ecuador son un mandato constitucional, como un compromiso que tenemos con el futuro de toda la vida en el planeta, y nos enfrentamos hoy a la amenaza de una polución desmedida y pactada con las grandes corporaciones, que se sientan ya a la mesa donde se servirá el banquete global final.

Estos son temas de política global que no son ni ajenos ni lejanos. Latinoamérica tiene una voz legítima que levantar en defensa de la paz mundial, y así lo ha expresado nuestro presidente Rafael Correa, como Presidente Pro Témpore del Grupo de los 77, el más grande bloque de países de las Naciones Unidas.

No podemos aceptar que se plantee en foros internacionales un pensamiento neocolonialista o federativo para nuestros países. Debemos estar alertas ante la consolidación de un pensamiento militarista que bien podría intentar renovar su arsenal en bases militares como las que mantienen en algunos países de la región y hasta retomar proyectos como el escudo orbital de Reagan.

La lista de países y ciudadanos discriminados por el nuevo presidente es muy larga, desde el medio oriente hasta nuestra propia región, pero la fuerza de tanta oscuridad, felizmente nos une. Para el futuro latinoamericano, la salida de EEUU del TTP, un acuerdo con once países de la Cuenca del Pacífico, es una buena noticia. Y sin duda en el mediano plazo, la revisión del TLC con México traerá nuevas esperanzas para los campesinos del gran país azteca.

En Latinoamérica hoy solamente respondemos a nuestros propios intereses, le rendimos cuentas únicamente a nuestros pueblos, honramos la Cultura de la Paz y construimos puentes con todos los pueblos del mundo, que compartan estos principios. Si la nueva política de EEUU hacia nuestra región es la negación, seamos recíprocos, enciérrese por favor señor Trump, detrás de un muro que no va a detener la llegada ni de capitales corruptos ni del narcotráfico internacional, que tanta demanda interna tiene en su país.

Tal vez cuando el muro se concluya, entenderá el gran empresario que los más graves problemas de su país y del planeta, se originan en su propia casa y por sus propias políticas.

Foto: Tomada de tabascoy.com