La voz más humana



Un millón de palabras no alcanzarían para decir de manera apropiada un hasta siempre a Fidel Castro Ruz, para agradecer sus enseñanzas sobre dignidad y soberanía, su claridad política y su fe en la mujer y el hombre nuevos.

Ante su partida, líderes y pueblos recuerdan su figura enorme ante una historia que lo absolvió una y mil veces, resaltan su vida de auténtico humanista, sus batallas contra el discrimen, la expoliación, el etnocidio, la usurpación, la cosificación del espíritu humano y la mercantilización de la esperanza.

Pero además de los evidentes legados que deja para Cuba, para Latinoamérica, para África y todas las naciones sometidas a un orden mundial injusto, hay agradecimientos inmensos que le debemos al Comandante Fidel Castro alrededor del planeta y que deben ser expresados, porque su vida dedicada a la construcción de la utopía cambió la historia y el orden geopolítico en más de una ocasión, en nombre de la dignidad de los pueblos del mundo y con la firme voz de una humanidad que se negaba y se niega a negociar el futuro con la muerte y la rapiña corporativa.

Durante la Guerra Fría y en un mundo fracturado que se enfrentaba a una colisión nuclear suicida, Fidel representó la cordura de la humanidad ante el auto aniquilamiento, la postura de una isla y su gente que se expresaba por la paz ante el mundo y el universo entero, con la frente en alto ante los misiles que los tenían como primer blanco. Tal vez hoy estemos todos aquí gracias a su incorruptible esperanza.

Ante el aniquilamiento masivo de pueblos en Angola, la presencia de internacionalistas cubanos frenó el etnocidio que tenían preparado las multinacionales y la historia de toda África vibró ante la solidaridad continental y levantó millones de conciencias para enfrentar los opresores que compartimos en ambos continentes.

Ante la pandemia del SIDA que amenazaba con aniquilar a gran parte de la población mundial, la firmeza de Fidel fue determinante para la elaboración de los medicamentos genéricos que han salvado millones de vidas.

Hace pocos años, cuando un nuevo brote de Ébola estuvo a punto de salirse de control hasta alcanzar proporciones de catástrofe global, los médicos internacionalistas cubanos detuvieron el virus más letal que la humanidad conoce, en nombre de la vida en la Tierra, y con Cuba y Fidel en el corazón, mientras las farmacéuticas se desentendían ante este apocalipsis.

Su voz resonó en dos siglos, contra el hambre mundial, contra el abuso dondequiera que se encontrara, contra las guerras infames que desde Vietnam hasta Irak han sido propiciadas por intereses económicos, siempre a favor de la vida, de la dignidad, de la soberanía, la justicia y la construcción de un mundo multipolar donde la voz de lo humano pueda expresarse.

A pesar del bloqueo y el asedio de más de cincuenta años, Cuba es ejemplo mundial en temas de salud, educación, equidad, tratamiento de discapacidades, medicina preventiva, pero mucho más allá de estas metas que todavía nosotros no hemos alcanzado, Cuba y Fidel son ejemplo de solidaridad mundial, ejemplo de una nueva manera de relacionarse con los pueblos del mundo, compartiendo luz a manos llenas, con brigadas de salud y educación dispuestas para ayudar a todas las naciones que lo pidieran.

Fidel nos ha dejado las manos llenas de banderas, de paz, de humanismo, de pasión por un futuro posible, por una Latinoamérica unida y soberana. Nos harán falta sus ojos infinitos para ver hacia adelante, su voz que despertaba los más altos sueños colectivos, pero su corazón aquí se queda, para seguir marcando el sendero que su paso visionario definió para nuestros pueblos.

Hasta siempre, comandante Fidel Castro Ruz.