Nuevos héroes y heroínas de la Patria



El lunes 6 de octubre pasado fue un día cargado de emociones. En la Asamblea Nacional, cumplimos con la obligación moral de reconocer a nuestras hermanas y hermanos que han actuado con heroísmo, anteponiendo la vida de sus semejantes a la suya propia, y regalándonos un testimonio de solidaridad que constituye nuestro mayor riqueza como pueblo.

Culminamos felizmente con un proceso de evaluación y veeduría ciudadana que dio cumplimiento a la Ley de Reconocimiento de Héroes y Heroínas Nacionales, haciendo engrega de los diplomas de reconocimiento a 145 nuevos héroes y heroínas de la Patria.

Ellas y ellos son personajes que admiramos y son una llama encendida que nos da calor, nos cobija y nos ilumina; nos da esperanza y nos impulsa a creer en nosotros mismos. No son seres sobrenaturales, no son seres sobrehumanos, sino profunda y extremadamente humanos, personas que expresan lo más elevado de nuestra condición y que nos impulsan a ser mejores, a ser más solidarios, a dar lo mejor de cada una y de cada uno de nosotros.

Al reconocerlas, al destacarlas, más que premiar a estas personas, a estos seres humanos cuya conducta y cuyo valor estimamos dignos de ser imitados, nos estamos premiando, de alguna manera, a nosotros mismos como comunidad, como sociedad, con un tesoro inestimable que debemos custodiar, sembrar y cultivar.

Al reconocer a estos hombres y mujeres, somos más comunidad y mejor sociedad. Ellas y ellos encarnan valores que nos ayudan a cultivar sentidos de vida, a recrear los lazos que nos unen y a reconocernos más hermanos en la construcción de un destino colectivo de justicia y dignidad.

Allí estaban Yimabel Párraga, la niña de 11 años que salvó a su hermana de morir en un incendio; el  hijo de Froilán Jiménez, Gabriel, de 6 años, en representación de su padre fallecido en la trágica jornada del 30 de septiembre del 2010; y nuestros hermanos arutam, ex combatientes de la Gerra del Cenepa.

Al fin, una ley les reconoce beneficios como una pensión mensual equivalente a dos remuneraciones básicas, vivienda acorde a las necesidades del grupo familiar, así como becas educativas, entre otros.

A sus madres y padres, hijas e hijos, hermanas y hermanos, a ellos y a todos sus seres queridos, a nuestros héroes y heroínas que ya no están con nosotros pero perduran en sus obras, a ellos y a ellas vaya nuestra gratitud y nuestro más sentido reconocimiento.