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Ecuador 2017, punto de quiebre para América Latina

El próximo 2 de abril toda América Latina estará pendiente de los resultados de la segunda vuelta de la elección presidencial en Ecuador. Los proyectos enfrentados no podrían ser más antagónicos: uno, expresado por Lenín Moreno, representa el sostenimiento de la voluntad transformadora en sentido popular y progresista que inició en nuestro país con la Revolución Ciudadana bajo el liderazgo de Rafael Correa; el otro, expresado por Guillermo Lasso, el más conspicuo representante de los intereses del poder económico y financiero, constituye la apuesta de las élites más concentradas por retomar el control del Estado, aupadas por un entramado mediático corporativo dominante.

Es mucho lo que está en juego, porque la derecha continental, restauradora de los privilegios viene por todo. Con Lasso, esa derecha busca arrasar con todas las conquistas sociales de esta década, con una virulencia como la que hemos visto en países hermanos, donde su intención es no dejar piedra sobre piedra de lo que hemos levantado estos años en materia de derechos sociales. Su programa es la subordinación plena del Estado. la sociedad y la política al capital.

Está en juego también el destino mismo de la disputa regional. Del resultado del domingo 2 de abril, dependerán, en buena medida, las condiciones para las disputas electorales que vienen en los próximosaños en América Latina: Honduras, Argentina, Brasil, México, etc. Del mismo modo, una eventual victoria de la derecha ecuatoriana, debilitaría enormemente a los proyectos de transformación y a los gobiernos democráticos y soberanos de Bolivia y Venezuela, al perder un aliado en los espacios multilaterales y de integración.

Efectivamente, nuestros diferentes procesos políticos están profundamente imbricados. En esta última década, como no ocurría desde tiempos de la Independencia, los pueblos de América Latina hemos cultivado un horizonte común y nos hemos sentido parte de algo “más grande” que la suma de la geografía y la historia contenidas en cada uno de nuestros países, porque recuperamos la profundidad histórica de nuestros lazos y el sentido de nuestro destino compartido.

El renacimiento soberano de nuestro continente en esta década, para asumir la presencia que nos corresponde en el panorama mundial, a partir de la afirmación de ese conjunto “más grande” y contrahegemónico, ha representado una amenaza para los intereses de las clases dominantes en la región y para la potencia hemisférica del Norte, desafío que no se han tomado a la ligera. Y en estos diez años han hecho hasta lo imposible por detener y revertir esta potente corriente popular y soberana del Sur de América.

Fue en Venezuela, bajo el liderazgo de Hugo Chávez, que se produjo un punto de quiebre a finales del siglo pasado, a partir del cual movimientos sociales y fuerzas políticas progresistas y de izquierda de toda la región comenzamos a revertir décadas de hegemonía neoliberal, alcanzando los gobiernos de nuestros países para llevar adelante políticas de reparación social, recuperación de la soberanía y redistribución de la riqueza.
Cada victoria del campo popular y progresista que se daba en uno de nuestros países abría nuevas posibilidades en los otros.

Así, en Ecuador, la primera victoria de Rafael Correa estuvo casi inmediatamente precedida por el triunfo de Evo Morales en Bolivia y, poco antes, por la célebre Cumbre de Mar del Plata de 2005, en la que una correlación de fuerzas favorable permitió ponerle freno a la avanzada neocolonialista del ALCA. Y antes, habíamos presenciado el ascenso de Néstor Kirchner y el giro de 180 grados que con él comenzaba en la política argentina. Así, nuestros procesos, unidos por la naturaleza de sus propuestas, han confirmado ante el mundo que hay otro camino que el que señala el pensamiento único de matriz neoliberal, que los recursos pueden ser de los pueblos y estar al servicio de la equidad y la justicia social.

El pasado 19 de febrero, luego de 10 años de gobierno, nuestro movimiento, Alianza País, obtuvo una victoria parcial en la primera vuelta electoral y en las elecciones parlamentarias logramos una nueva mayoría legislativa del campo popular y progresista para sostener, mantener y profundizar el camino del cambio. Esto constituye, indudablemente, un gran logro de nuestro proyecto político, porque si la ciudadanía consagra a nuestro candidato Lenín Moreno como el próximo presidente, su gobierno va a requerir de esa mayoría legislativa para garantizar gobernabilidad, pero sobre todo, va a necesitar un Parlamento que siga siendo parte de las transformaciones históricas que lleva adelante la Revolución Ciudadana.

Por eso, nos ha llenado de alegría y orgullo que el pueblo ecuatoriano haya ratificado en las urnas este giro histórico que hemos liderado en la Asamblea Nacional estos últimos años. Basta recordar el triste papel jugado por el viejo Congreso en la historia reciente, desde su elaboración del andamiaje legal que facilitó el “feriado bancario” de 1999, en complicidad con la banca, hasta su papel en el chantaje y remoción de gobiernos.
La derecha latinoamericana, aliada como siempre con los poderes mundiales enemigos del fortalecimiento geopolítico de nuestra región, ha intentado de todo para retomar el poder: asedio mediático contra los gobernantes de izquierda, como hemos visto de parte de la prensa concentrada contra Cristina y Lula, golpes parlamentarios como el sucedido contra Dilma Rousseff, guerras sostenidas como la que mantienen contra el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, sometido a una continua conspiración antidemocrática.

Somos conscientes de la dimensión continental que tiene la segunda vuelta electoral del próximo 2 de abril en nuestro país. Un cambio de timón en la tierra de la Mitad del Mundo podría marcar el desmembramiento de este enorme proyecto continental. La victoria de Lenín Moreno será, en cambio, un nuevo punto de quiebre, una inflexión esperanzadora para la región que nos permita poner freno al ascenso de la restauración conservadora y neoliberal y revertir la tendencia, para volver a dar impulso al proyecto inconcluso y siempre vigente de la Patria Grande, porque si en materia social el contraste entre los postulantes a la Presidencia es manifiesto, no lo es menos en términos del proyecto integracionista y posición política ante la coyuntura global.

El 2 de abril será, entonces, una jornada crucial, no solo para el Ecuador, sino para toda América Latina. Los últimos sondeos nos dan una ventaja de por lo menos 10 puntos. Sin embargo, seguimos trabajando arduamente y confiamos en que la ciudadanía va a ratificar la victoria obtenida en la primera vuelta del proyecto político que levantó un país de las ruinas y que se hizo cargo de la enorme deuda social que nos dejaron décadas de abandono y entrega.

La bancocracia no puede volver. Ecuador no puede caer en manos de esas viejas élites que se creían predestinadas al mando. Ecuador y América Latina necesitan más años de Revolución Ciudadana, para seguir caminando hacia la justicia social y la unidad latinoamericana.

Publicado en Telesur

8 de marzo de 2017, jornada de lucha y de memoria

El 8 de marzo no es una fecha cualquiera, es un día de profundo significado político, de batallas por la vida y los derechos, no solo de las mujeres sino de toda la humanidad. Es una fecha que recuerda la lucha de mujeres trabajadoras frente a la desigualdad a comienzos del siglo XX, las terribles condiciones laborales imperantes y la represión patronal y estatal que tuvieron que enfrentar.

En honor a su memoria, con la misma bandera de lucha y las mismas voces que no pudieron acallar con el fuego, a ellas nos sumamos desde entonces millones alrededor del mundo, proclamando igualdad, paridad, equidad y derecho a una vida sin ninguna clase de violencia.

El 8 de marzo es un día de unidad en la lucha, de claridad en las metas, y de presencia en las calles con toda nuestra fuerza y ternura, con toda la valentía y la alegría, para defender los logros que hemos conseguido y no ceder nunca más ante el machismo ni en la política ni en ninguna instancia de la vida.

Porque hemos conseguido mucho en estos años, pero es mucho lo que aún falta por hacer.

Terminamos con la tercerización que negaba los derechos laborales de miles de hombres y mujeres en el país; reconocimos los derechos de las trabajadoras domésticas; gracias a la decisión del pueblo en Consulta Popular se penalizó la no afiliación a la seguridad social; reconocimos los derechos de las amas de casa y las mujeres dedicadas al cuidado para que tengan derecho a una jubilación; prohibimos el despido de mujeres embarazadas y de líderes y lideresas sindicales; se ampliaron los permisos por maternidad y lactancia hasta un año y también reconocimos el derecho de los padres a esta licencia; para terminar con el viejo estigma del apellido materno como propio de las madres solteras hoy se puede elegir el orden de los apellidos para los hijos, al igual que los adultos pueden elegir su género en el documento de identidad; en el caso de los matrimonios, hoy la esposa puede ser la administradora de la sociedad conyugal; y para defensa de los derechos de los hijos e hijas las prestaciones del IESS se ampliaron para pago de pensiones alimenticias atrasadas; hemos defendido nuestro cuerpo para que no sea utilizado de manera procaz en publicidades y hemos transitado un largo camino para establecer que a igual trabajo igual remuneración… ¡y no vamos a ceder ni un centímetro en lo conseguido!

Vamos a seguir denunciando el machismo en todas sus formas, porque ¡el machismo es violencia! Y precisamente, esta es una fecha que nos recuerda la  lucha tenaz que afrontamos contra la violencia, contra el femicidio y los crímenes de odio. Hemos dado grandes pasos para reconocer este problema que no es íntimo sino social, pero todavía no vencemos a la bestia. Hoy decimos fuerte y claro: ¡Ni una menos!

Le decimos NO a la violencia física, sicológica, simbólica, patrimonial u obstétrica. Y desde la Asamblea hemos trabajado en defensa de los derechos en cada ley, para incluir el factor de género, para defender los derechos de esas mujeres cabezas de hogar, de las campesinas, de las artesanas, de las obreras, de las estudiantes y profesionales.

Por eso vamos a las calles a conmemorar los logros que hemos conseguido en estos años y vamos a recordar a todas las mujeres valientes que nos antecedieron en esta lucha compartida por una sociedad mejor.

Vamos a manifestarnos para que nunca regrese un pasado de desprecio y subordinación para las mujeres y para el pueblo ecuatoriano.

Durante décadas el neoliberalismo y la bancocracia mantuvieron a nuestra región sumida en la miseria, sin obras ni servicios públicos, sin cobertura de derechos humanos elementales, como la salud o la atención a la vejez, sin hacer un colegio en 40 años, o un hospital, o una hidroeléctrica, o casi nada. Ante la monumental obra pública que se ha realizado en estos años, solo podemos preguntarnos ¿cuánto nos robaban, cuánto tenían o tienen en paraísos fiscales algunos personajes que hoy se presentan como salvadores del pueblo, cuando lo único que hicieron en el pasado fue salvar a la banca y a sus propios intereses?

Los logros de género constituyen conquistas sociales inseparables de una política de redistribución de la riqueza, de fortalecimiento de lo público y de defensa de los derechos del ser humano muy por encima de los intereses del capital.

La inversión social realizada en esta década es la más grande de nuestra historia. Y eso es lo que la derecha desea parar a toda costa. Porque salud, educación, seguridad, son para ellos no derechos, sino gasto, despilfarro.

El ejemplo de Brasil nos permite ver claramente los peligros que representa esa derecha para los pueblos y para la participación política de las mujeres: luego de tomar el poder mediante un golpe parlamentario y establecer medidas económicas antipopulares,  se decide eliminar la inversión social por 20 años. Y en el nuevo gobierno brillan por su ausencia las mujeres, los indios, los negros y los pobres.

Esa es la receta continental preparada por la derecha unida. No son solamente los avances de género los que están amenazados, sino el futuro del país. Los anuncios por parte del candidato Lasso no dejan lugar a dudas en cuanto a los intereses que defiende y expresa: entregar al lucro privado la atención en salud, educación y vivienda. A los mismos intereses privados que por décadas se enriquecieron a costa de las grandes mayorías y aprovechando el abandono del Estado.

Por eso, este 8 de marzo, es un día de memoria y de lucha, en el que las mujeres nos unimos para seguir caminando a paso firme, recogiendo el legado de generaciones de compañeras luchadoras, para cerrarle el paso a la derecha restauradora de los privilegios y mantener abiertos para el Ecuador los horizontes de la justicia y la igualdad para todas y todos.

El Ecuador del futuro es el Ecuador de jóvenes emprendedores

Conoce la historia de ESTEBAN, un joven emprendedor como tú, como millones de ecuatorian@s. Él sabe que a pesar de (más…)

Enciérrese si quiere Sr. Trump

México lindo y querido ratificó el orgullo de ser latinoamericano cuando Peña Nieto, quien no por esto se convierte en sujeto activo de la integración, se negó a una entrevista que a claras luces se planteaba como un chantaje geopolítico. Advertencias acerca de pagos que serán requisados extrajudicialmente para cubrir los costos del muro y frases alusivas al juego de la guerra develan el espíritu conminatorio que el Presidente de EEUU quiere para la región y muy especialmente para sus vecinos más cercanos. No asistir a una cita de esta naturaleza demuestra que a pesar de todo el neocolonialismo, ya Latinoamérica no somete sus soberanías a la indignidad de los mandatos del norte, como hace apenas unas décadas.

Mientras desde la Casa Blanca se plantea un muro físico, lingüístico y simbólico que discrimina por origen a nuestros compatriotas, en Latinoamérica hemos aprendido en estos años a tender puentes, caminos de acercamiento y plataformas comunes como son la  UNASUR, la CELAC y también el MERCOSUR, como una respuesta política para unir voces de dignidad y acciones en defensa de nuestros ciudadanos migrantes.

Sin embargo, la existencia de las plataformas no es suficiente si no asumimos una postura regional conjunta frente a la nueva circunstancia continental y global que la nueva política exterior de EEUU nos plantea. La última cumbre de la CELAC y la ausencia de varios jefes de Estado nos demuestra que los recientes cambios políticos en gobiernos de la región han comenzado a incidir entre los ideales de integración latinoamericana.

Entre los primerísimos actos del gobierno de Trump, se definió su postura hacia Cuba con el aliento helado de la guerra fría; se declaró vigente una vergonzosa carta de la inefable OEA (que así como arremetió contra Cuba ahora lo hace contra Venezuela); se pretende someter la voluntad del Estado mexicano para obligarlo a pagar un muro extranjero, y seguramente mientras escribo estas líneas nuevas medidas anti latinoamericanas se estarán implementando.

Hace pocos días en la V Cumbre de Jefes y Jefas de Estado, nos ratificamos en el compromiso de “seguir avanzando en la Unidad dentro de la Diversidad y en la integración latinoamericana y caribeña, en beneficio de nuestra región y por el bienestar de nuestros pueblos” y declaramos a la CELAC como “el mecanismo de concertación, unidad y diálogo político de la totalidad de la América Latina y el Caribe”, como un espacio sin exclusiones como las que establece la OEA, y con todo el poder de esa unidad de sangre, historia y esperanzas, exigimos como región “respeto a la soberanía, la integridad territorial y la no injerencia en los asuntos internos de los Estados, el diálogo entre las naciones, la solución pacífica de controversias y la prohibición de la amenaza o uso de la fuerza”.

En estas semanas sin duda nuestras democracias estarán a prueba, para demostrar de manera contundente que hoy somos pueblos distintos, plenos de soberanía y con la conciencia política de que tenemos un nuevo y trascendental papel geopolítico que cumplir.

Ante la voz mortífera de quienes pretenden regresar a una escalada nuclear, ya la CELAC ha ratificado a nuestro sagrado territorio latinoamericano como un espacio libre de armas nucleares, y ojalá pronto libre también de bases militares extrarregionales, incluyendo la de Guantánamo.

Ante el planteamiento de la tortura, debemos de manera inmediata en la región ratificar los Derechos Humanos y el Pacto de San José, para que ningún país que no ratifique de manera plena ambos instrumentos pueda pertenecer a cortes regionales.

Las declaraciones que el nuevo mandatario ha hecho sobre aspectos de género, interculturalidad y movilidad humana, dejan muy en claro que las políticas regionales que nos hemos planteado distan mucho de la visión que nos define como “objetos estéticos”, o “morenitos”, en el mejor de los casos, y como “violadores y delincuentes”, la mayoría de las veces. Desde nuestros países hemos defendido los derechos de la naturaleza, que en Ecuador son un mandato constitucional, como un compromiso que tenemos con el futuro de toda la vida en el planeta, y nos enfrentamos hoy a la amenaza de una polución desmedida y pactada con las grandes corporaciones, que se sientan ya a la mesa donde se servirá el banquete global final.

Estos son temas de política global que no son ni ajenos ni lejanos. Latinoamérica tiene una voz legítima que levantar en defensa de la paz mundial, y así lo ha expresado nuestro presidente Rafael Correa, como Presidente Pro Témpore del Grupo de los 77, el más grande bloque de países de las Naciones Unidas.

No podemos aceptar que se plantee en foros internacionales un pensamiento neocolonialista o federativo para nuestros países. Debemos estar alertas ante la consolidación de un pensamiento militarista que bien podría intentar renovar su arsenal en bases militares como las que mantienen en algunos países de la región y hasta retomar proyectos como el escudo orbital de Reagan.

La lista de países y ciudadanos discriminados por el nuevo presidente es muy larga, desde el medio oriente hasta nuestra propia región, pero la fuerza de tanta oscuridad, felizmente nos une. Para el futuro latinoamericano, la salida de EEUU del TTP, un acuerdo con once países de la Cuenca del Pacífico, es una buena noticia. Y sin duda en el mediano plazo, la revisión del TLC con México traerá nuevas esperanzas para los campesinos del gran país azteca.

En Latinoamérica hoy solamente respondemos a nuestros propios intereses, le rendimos cuentas únicamente a nuestros pueblos, honramos la Cultura de la Paz y construimos puentes con todos los pueblos del mundo, que compartan estos principios. Si la nueva política de EEUU hacia nuestra región es la negación, seamos recíprocos, enciérrese por favor señor Trump, detrás de un muro que no va a detener la llegada ni de capitales corruptos ni del narcotráfico internacional, que tanta demanda interna tiene en su país.

Tal vez cuando el muro se concluya, entenderá el gran empresario que los más graves problemas de su país y del planeta, se originan en su propia casa y por sus propias políticas.

Foto: Tomada de tabascoy.com

#HoyMesiento feliz de vivir en mi Ecuador tan hermoso

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Gabriela Rivadeneira
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Vamos compañer@s, con CORAJE, VALENTÍA, AMOR y CORAZON, con SHUNKU.
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Gabriela Rivadeneira

Gabriela Rivadeneira en Tungurahua y Chimborazo #TodoTodito35

Chimborazo, tierra de puruháes y majestuosos páramos, gracias por el apoyo a los candidatos de Alianza Pais y por ayudarnos (más…)

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Aquí estamos para construir con el pueblo, porque somos parte del pueblo

Aquí estamos para construir con el pueblo, porque somos parte del pueblo.
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Gabriela Rivadeneira

Spot de campaña 2017- c

Y son apenas 10 años…

En medio de la campaña política que nos impulsa para promocionar la lista de asambleístas nacionales y provinciales de Alianza País, el cumpleaños de nuestra querida Revolución nos sorprendió entre evaluaciones estratégicas, reuniones con grupos ciudadanos, talleres, análisis legislativos y recorridos por las provincias. Pero diez años son un símbolo y, aunque los recuerdos parezcan lejanos, la comparación fluye. Visitamos un Ecuador muy distinto al de las primeras campañas, me interrogan miles de jóvenes ansiosos por cambiar lo que no les gusta, converso con mujeres y en la fuerza de sus sueños, en las metas que se proponen para el país y para sí mismas, veo el reflejo de cuánto hemos cambiado, en apenas diez años.

En este blog no pretendo enumerar las obras, ni la transformación integral que se vive en todas las provincias. Esos son enormes saltos del país que trascienden ya en la historia. Quiero referirme a cosas más sutiles, pero no menos importantes; a cambios que han forjado raíces, aunque no se perciban a simple vista. Este tiempo de grandes cambios políticos ha significado el crecimiento al doble del Producto Interno Bruto, la repotenciación de la capacidad productiva nacional y la instalación de un Estado que garantiza derechos y servicios para la sociedad, pero también y fundamentalmente ha generado cambios que se expresan en nuestras vidas.

Hasta hace muy pocos años, las distancias sociales y la miseria se consideraban normales, en medio de la riqueza infinita del país; y las preguntas de por qué la pobreza, el racismo, el discrimen, se tropezaban con respuestas -satisfechas o resignadas- de aceptación de esa realidad, que mi corazón y mi razón encontraban humanamente inaceptable. “Así ha sido siempre” era la más común, porque por generaciones el panorama social había sido inmutable, con familias sobreviviendo en los esteros y los páramos, poniendo en riesgo sus vidas, con una clase media acorralada que necesitaba pagar para tener acceso a derechos privatizados, con estadísticas que colocaban a la mitad del país en la zona de pobreza, mientras los grupos poderosos capturaban el poder para servirse a sí mismos.

El sistema neoliberal perpetuaba la pobreza y atentaba contra nuestra soberanía nacional para servir a los intereses de las transnacionales, pero además fracturaba familias y truncaba los planes de vida de millones de ecuatorianos, para salvar a los banqueros.

Durante mi adolescencia y por muchos años más, la desesperanza fue casi una marca país. Fue la sensibilidad la que me acercó a la política, con toda la fuerza de mi corazón rebelde y enamorado, con coraje, con esperanza y, sobre todo, con determinación, para cambiar una historia estancada por siglos, paso a paso, como nos enseñó Tránsito Amaguaña, sin dejar de caminar ni un solo día hacia la utopía. Y en ese caminar, con el liderazgo cierto de Rafael Correa, nos hemos juntado millones. Y el país ha cambiado. Y nosotros ya no somos los mismos.

Hace diez años, por todo el país creció la demanda vibrante de volver a tener Patria, volver a tener un país viable, un proyecto nacional, y contra todas las fuerzas económicas, contra los poderes instituidos y alimentados por el gran capital nacional y transnacional, contra todos los pronósticos, la esperanza ganó las elecciones en el Ecuador en el 2007, y todas las elecciones desde entonces, porque la historia ha tenido que ceder ante la fuerza de un pueblo unido que le dijo NO a lo humanamente inaceptable, de una vez y para siempre.

Cuando empezamos la construcción colectiva de este Ecuador distinto, todas las emergencias del país nos agobiaban. Las Metas del Milenio planteadas por las Naciones Unidas parecían muy remotas en medio de una realidad que retrataba a cientos de miles de niños en el país con desnutrición crónica, sin salud preventiva, sobreviviendo en los basurales, o mendigando a la vera de las carreteras, o rondando los centros nocturnos y con el más alto nivel de deserción escolar de toda la región. Paso a paso cumplimos esas Metas hace más de dos años, y hoy la vida de cada uno de esos niños, es la más valiosa promesa de la Patria.

Pero al inicio, los compañeros eléctricos clamaban por un futuro sin los apagones de una sola hidroeléctrica, los médicos explicaban con desesperación la falta de hospitales, los maestros describían el abandono de la educación pública, los campesinos demandaban riego y fomento productivo, todas las provincias pedían carreteras, servicios judiciales, de registro civil, de seguridad, los pescadores describían su abandono de siempre, los vulcanólogos alertaban de tragedias inminentes para las que no estábamos preparados, las Fuerzas Armadas y la Policía estaban sin eficiencia operativa, las fronteras desprotegidas, las fuentes de agua semi privatizadas, la dolarización se mantenía gracias a los migrantes que fueron expulsados por la quiebra bancaria y que eran invisibilizados en sus derechos, al igual que las mujeres, los niños y adolescentes, las personas con discapacidad, y los pueblos y nacionalidades.

Había mucho por hacer, porque por más de 40 años los neoliberales no hicieron prácticamente nada para solucionar estos problemas. Ni un solo hospital, ni un solo nuevo colegio público, ni una sola universidad, ni una hidroeléctrica, ni canales de riego siquiera. Y todo lo que se ha hecho en apenas diez años, en todos estos aspectos, nos demuestra cuánto no hicieron ellos.

Pero no se trata solamente de dinero, de obras, de servicios, se trata de vidas humanas, de generaciones que no tuvieron acceso a oportunidades, trabajadores que eran tercerizados, empleadas domésticas que eran tratadas como semi esclavas, estudiantes brillantes que debían abandonar el colegio por falta de recursos, jubilados que no podían tener acceso a ingresos básicos, niños que desde que nacían estaban marcados por un destino fatal. Todo eso ha cambiado y sigue cambiando. En donde se mire, hay enormes progresos humanos y ya lo inaceptable no se acepta nomás.

La Patria ha recuperado todas sus soberanías y por primera vez tenemos cerradas todas nuestras fronteras, con acuerdos de paz y desarrollo.

Hoy el Ecuador se mira distinto, en un espejo diferente, ya no somos el país de referencia para la pobreza extrema, ya no somos esa banana republic, hoy Ecuador ha desplegado su presencia internacional como nunca antes. Hace pocos días asumimos la Presidencia del más importante grupo de países de las Naciones Unidas, somos sede permanente de UNASUR, tuvimos la Presidencia de la CELAC y la Vicepresidencia del PARLATINO, fuimos sede de Hábitat III, el más importante foro mundial de hábitat y vivienda y, en todas las altas esferas de la política y la academia, se estudia el caso de Ecuador como un referente en la lucha contra la pobreza y la recuperación del Estado.

Es mucho lo que hemos caminado en estos años. Hemos afrontado estos grandes retos y presentado batalla a los poderes hegemónicos, como un pueblo unido que tiene fe en su futuro, porque somos millones de manos las que construimos esta revolución en democracia y todos somos parte de esta década de transformación social. Por supuesto que tenemos algunos problemas, y también es cierto que hemos sido traicionados por unos pocos, a quienes vamos a confrontar y fiscalizar, pero sin caer en el ataque a lo público, a la inversión pública, a la obra pública, como espera la derecha para justificar su inacción.

Como país, ahora sabemos que ellos tuvieron 40 años de no hacer nada y sabemos también lo que sí se puede hacer en apenas una década. No podemos olvidarlo.

Para el futuro nos aguardan retos todavía más grandes, muchos desconocidos, porque cumplir derechos es apenas el comienzo, y aunque todavía tenemos metas que alcanzar en vivienda, en aseguramiento universal, en derechos de los jóvenes, de las mujeres, de los artesanos, de los emprendedores, ya debemos prepararnos para atender a las próximas generaciones, que reclamarán avances sociales ya no de eliminación de la pobreza y justicia social, sino de creación colectiva de nuevos futuros.

La Revolución Ciudadana cumple años y todos nosotros con ella. Por un momento, entre la campaña y su agenda vertiginosa, nos abrazamos y lloramos. Y luego, de regreso al trabajo, para asegurar la siembra de estos años y presentarle a la ciudadanía nuestro Plan de Gobierno, nuestro Plan Legislativo, para que los próximos cuatro años signifiquen catorce años de logros que parecían imposibles.

Como asambleísta mi único interés es el bienestar del pueblo ecuatoriano.

Soy Gabriela Rivadeneira y como asambleísta mi único interés es el bienestar del pueblo ecuatoriano.

Spot de campaña 2017
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Gabriela Rivadeneira

Vamos compañer@s, con más CORAJE, VALENTÍA, AMOR y CORAZÓN

Vamos compañer@s, con más CORAJE, más VALENTÍA, más AMOR, más CORAZÓN, más SHUNKU.

Spot de campaña 2017. ¡Vota todo 35!

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